domingo, 1 de abril de 2012

(1.) TWD: Separate Ways.


Capítulo 1.
Iris

“¿Os habéis preguntado alguna vez lo que sería la vida si os arrebatasen todo cuanto os importa? Porque yo nunca me lo había planteado, nunca lo había ni siquiera analizado por un momento, nunca había experimentado nada parecido… Hasta ahora.”

La sangre pintaba el suelo cual campo de amapolas floreciendo. Salpicaduras, manchas, charcos e incluso caminos de esa sustancia rojiza sobresaltaban a cualquier ojo humano que permaneciese en aquella habitación, ojos que a su vez quedarían impactados ante la escena que ese día marcaría la vida de una chica y su inofensiva mascota, un perro labrador color canela de apenas 11 meses llamado Daxter.

El animalito lloraba al lado de su ama que se mantenía arrodillada ante los cuerpos fallecidos de sus padres. El cadáver del Sr. Redfield tenía un aspecto sobrecogedor, rostro pálido, ojos inyectados en sangre, mordeduras por cada dos centímetros de su cuerpo; era algo así como un saco de carne putrefacto. Por otro lado, la madre de la criatura de 20 años, no se mantenía tan estropeada como su marido, pero esa opinión se modificaba automáticamente al bajar la mirada al estómago de la misma. Allí, se podía observar con total claridad como la barriga de la víctima había sido fuertemente desgarrada, abriendo dicha zona de par en par dejando a vista de todos cada uno de los órganos que forman el cuerpo humano.

Iris, que no se había separado ni un momento de aquel escenario, llevaba cerca de media hora en la misma posición sin derramar ni una lágrima, sin pronunciar ninguna palabra, y sin apartar la mirada ni tan siquiera un segundo. Cada uno de sus músculos palpitaba como si llevasen un corazón propio, y su rostro, manos y ropa permanecían igual que el resto del salón, completamente manchados de un rojo intenso.

La puerta del piso que se encontraba a mano derecha de la traumatizada joven se abrió bruscamente. La chica giró entonces la cabeza, poco a poco, asustada, atemorizada, con deseos de que fuera lo que fuera aquello que entraba a la sala, se tratase de algo normal, una persona en carne y hueso que no estuviese dañada por ningún tipo de mordisco o arañazo,  puesto que de ninguna manera deseaba volver a repetir lo que acababa de hacer con su familia.

- ¡Joder! –gritó el individuo que acababa de aparecer cerrando tras de sí la puerta y colocándose apoyado tras ésta.

Iris abrió los ojos de par en par alegrándose de alguna manera de ver que su hermano se encontraba bien, aunque a pesar de sentir “felicidad” ante aquel desastre, se veía incapaz de mostrarla de cara al público. La morena de pelo largo y vestimentas más que sucias se levantó costosamente del suelo, permanecer en la misma postura durante tanto tiempo le había encogido los músculos, pero era fuerte, y aquello no le iba a impedir erguirse.

Mantuvo la compostura y la mirada fija ante Jake que la observaba con los ojos humedecidos y aterrados mientras que al mismo tiempo respiraba ajetreadamente y trataba de mantener la calma de algún modo.



- Iris, escúchame, esto no es culpa tuya, ¿me oyes? Todos están volviéndose locos atacándose entre sí –respiró hondo y volvió a tomar aire para continuar hablando- Préstame atención, cámbiate de ropa lo más rápido que puedas, coge una mochila, lo que sea, llénala de agua y comida y salgamos de aquí. Yo voy a vigilar la puerta. ¡Date prisa!

La chica asintió sin soltar ni un segundo el cuchillo de su mano derecha. Corrió a toda prisa al aseo donde abrió el grifo del agua y comenzó a limpiarse, desnudándose y tomando a su vez de la habitación de al lado unos vaqueros flexibles y cómodos de color negro como el carbón y una camiseta de tirantes ajustada azul turquesa. Su calzado fueron unas botas de caza del mismo tono que sus pantalones, regalo que su madre le hizo meses atrás junto a unos guantes sin dedos.

Tras unos leves minutos y cuando ya estuvo medianamente preparada, entró de nuevo a su cuarto y se colocó frente a un espejo que tenía delante de su cama, donde se encontraba un mueble de madera repleto de cajitas con pendientes, colgantes y anillos valiosos de la joven. Abrió una de ellas, decidida y como si supiese cual de todos aquellos objetos iba a coger, y tomó un colgante con cuerda de cuero negro acompañado de un pedazo de plata con forma de ojo que a su vez tenía tallado a máquina la forma del iris y pupila.

Inhaló aire acercándose a la mesilla de noche que se situaba justo al lado de su colchón, y la abrió buscando entre algunos trastillos una foto de su familia que guardaba siempre allí. Al pasar unos segundos, la cogió observándola con cariño y la guardó en el bolsillo de su pantalón.

Más tarde, se colgó aquel colgante tan simbólico para ella y rebuscó en su armario una mochila de cuero marrón que solía portar siempre consigo. Se dirigió a la salida, echando un último vistazo a aquel rincón de sus secretos con paredes semejantes al color del cielo, y suspiró por último, cerrando la puerta tras de sí y corriendo a toda velocidad a la cocina, siempre acompañada por Dax, como ella llamaba a su perro.

Guardó dos botellas de agua de litro y medio y varios pedazos de pan envueltos en servilletas. Seguidamente fue derecha a la nevera donde tomó algún que otro pedazo de queso que envolvió esta vez en papel de aluminio para que no se echasen a perder, y finalmente, abrió un cajón donde sin lugar a dudas, sacaría más de un cuchillo de grandes dimensiones con el que poder defenderse de aquellos psicópatas de sospechosa aparición.

Se preparó lo mejor y más rápidamente que pudo y se colocó junto a su hermano, ofreciéndole un cuchillo de carnicero que le resultaría bastante útil. Él, negó con la cabeza y le mostró el arma que guardaba tras su pantalón, una pistola de 9mm de la comisaría de policía de Atlanta.

Jake, era un chico de elevada estatura, tampoco podía dárselas de jugador de baloncesto, pero le sacaba una cabeza a su hermana. Su rostro era fino, al igual que el de Iris. Tenía unos labios perfectamente simétricos, no eran ni demasiado carnosos ni demasiado finos, siempre acompañados de una barba de tres días que lo hacía más atractivo. Sus ojos eran azules claros semejantes a los de su padre, en los que se creaban pequeñas bolsas al reír. A su favor, también portaba con una dentadura perfecta, casi impecable. Lo único que podía estropearle un poco el físico era su pelo corto y fino, aunque abundante, que nunca peinaba. Además, era de cabello castaño, de vista al Sol incluso parecía tener pequeños mechones rubios.


Por otro lado, Iris, era una chica de esbelta figura, pecho abundante y curvas de mujer a sus 20 años, 5 menos que su hermano. Morena y de largo pelo, poseía unos ojos que la hacían única, oscuros en la oscuridad, verdes a la luz del día. Al igual que Jake, sus dientes eran de envidiar, y se mantenía siempre con una sonrisa en la cara, aunque en esta situación no le resultaría nada fácil.

El chico, a su vez, trabajaba para la comisaría de policía y eso explicaba al acto por qué poseía un arma de fuego a mano. Aún así, en un momento de este calibre lo mejor era que aquella pistola fuese el último recurso a utilizar, puesto que cuanto menos ruido hiciesen, menos enemigos atraerían. Jake tomó aire y sonrió nervioso.

- Si te estás preguntando si tengo un plan, sí, lo tengo, pero primero tendremos que salir de aquí vivos –expulsó todo el aire que tenía en sus pulmones y se apartó de la puerta, intercambiando posición con Iris- No te separes de la puerta, voy a traer algo.

La chica volvió a asentir como anteriormente hizo y tragó saliva mientras esperaba en la puerta a su hermano. Daxter, por otro lado, observaba sentado a su dueña. A través de sus ojos se podía ver cómo el animal estaba muerto de miedo. Iris le miró y se agachó acariciándolo, terminando por besarle la cabeza. A los pocos minutos, Jake apareció de nuevo en el salón con un bate de baseball, posando una de sus manos en el picaporte de la puerta que habían mantenido vigilada durante todo este tiempo.

- No te separes de mí, mantente pegada a mi espalda cada segundo, corre si me ves correr, huye si me cogen y sobre todo… Si a Dax se le ocurre la genial idea de escabullirse, no vayas detrás de él.

Iris giró su mirada a Daxter que seguía impasible, y volvió a mirar hacia el frente.

- Bien. Allá vamos.

Dicho aquello, el joven Jake abrió la puerta decidido y miró hacia los lados vigilando cada paso que daba. Al ver que no había nadie, hizo un gesto con su mano derecha para que le siguiesen. Continuó caminando a lo largo de todo el pasillo hasta llegar a las escaleras y empezó a bajar poco a poco siempre con el bate preparado. Cuando llegaron al 2º piso analizó el escenario lado por lado para ver que no había peligro de ser atacados, pero esta vez, con menos suerte, habían un par de caminantes, uno a cada extremo del pasillo.

Jake maldijo por lo bajo echándose hacia atrás y subiendo varios escalones para arriba e Iris se mantuvo constantemente a su lado con el cuchillo en mano. Una sucesión de sonidos comenzó a oírse por toda la escalera que resonaban en los oídos de los humanos arañando sus tímpanos y creando una sensación de angustia que parecía encogérseles el corazón.

Uno de los muertos vivientes se colocó frente a Iris con los brazos extendidos para cogerla, pero Daxter reaccionó rápidamente y saltó sobre él tumbándolo contra el suelo. Una vez lo tuvo en esa posición, el perro volvió junto a su ama que le hizo un gesto, y Jake le remató con un fuerte golpe en la cabeza.



A su vez, el otro caminante se dirigía al lado del mismo e Iris se acercó rápidamente dándole una patada en el estómago para mantener distancias y clavándole el cuchillo en la cabeza una vez éste retrocedió, como si de partir un coco se tratase. Seguidamente, se tapó la boca angustiosa por la escena y dio alguna que otra arcada a punto de vomitar.

Jake se posó tras ella rodeándola con uno de sus brazos y le besó la mejilla tratando de tranquilizarla. Segundos más tarde le susurró.

- Vamos, tenemos que seguir así. No te separes de mí.

Los jóvenes prosiguieron su camino, y bajaron hasta el piso número 1. A diferencia del 3º y 2º había de esos monstruos por todas partes, y ahí no tendrían opción de sobrevivir atacando.

- Reunión de vecinos, estupendo. –bromeó el chico tratando de algún modo calmarse.

Visto aquello, Jake tomó la mano de su hermana y corrió a toda velocidad bajando una vez más por las escaleras hasta el último piso. Los caminantes se percataron de todo y persiguieron a los tres supervivientes a toda prisa, sedientos de carne y sangre.

En la planta baja, había otros tres cercanos a la puerta de salida y Jake no tuvo otra opción. Soltó la mano de Iris y sacó su pistola disparando a las tres cabezas que se posaron en frente lo más rápido que pudo. Tras aquello corrió hacia la puerta abriéndola rápidamente y dejando pasar a sus compañeros. Cuando estuvieron fuera cerró la salida y suspiró.

Pasaron unos cinco minutos corriendo no a demasiada velocidad para no agotarse demasiado y se pararon junto a una pared de un edificio viendo que no habían moros en la costa.

- ¿Recuerdas aquella tienda familiar donde iba muchas veces mamá a comprar? Tenemos que dirigirnos allí, es un sitio pequeño, tendremos comida y estaremos encerrados sin que nadie nos vea. Desde allí podremos pensar un plan mejor para salir de Atlanta. –tomó aire y volvió a coger el ritmo para proseguir, aunque sin esperarlo Iris tomó su mano y tiró del cuerpo de su hermano hacia ella.

- ¿Y si hay más de esos zombies…? –preguntó preocupada con cierto temblor en la voz.

- ¡Vaya! Has hablado, por un momento pensaba que te habías quedado muda. –rió con cierta tristeza en la voz y apretó la mano de ella con fuerza- Pues… Si hay de esos monstruos… Tendremos que deshacernos de ellos como podamos y adentrarnos en la tienda, no tengo un plan mejor.

- Jake… yo… -de alguna manera Iris quiso decirle lo ocurrido en casa cuando los padres de ambos muchachos se transformaron en esos seres, pero no le salían las palabras.

- No fue tu culpa, Iris, ¿me oyes? Es lo que tenías que hacer –acercó su frente a la de la morena y la miró a los ojos- Si quieres que yo viva, tú tienes que mantenerte con vida también, ¿de acuerdo?

Iris lo abrazó con todas sus fuerzas, tanto que incluso parecía sentir cada centímetro de su cuerpo en el suyo propio. Se separó de él a los pocos segundos y le sonrió con amplitud aunque con cierta tristeza.

- Así me gusta. Sigamos.

Pasaron por varias aceras, unas menos pobladas que otras. Corrieron de un lado hacia otro esquivando todo cuanto se les ponía por delante, mientras que al mismo tiempo veían cómo algunos devoraban habitantes de Atlanta que huían despavoridos también de aquellos seres.

El corazón les bombeaba a una velocidad vertiginosa, parecía escapárseles del pecho. El aire les acariciaba la cara acompañados por gotas de sudor que comenzaban a escaparse de los poros de sus cuerpos a la vez que el oxígeno les comenzaba a escasear. Pasaron calles y más calles, de algunas incluso se llevaron más compañeros, estos menos vivos que ellos, por supuesto, e Iris, que perdía la fuerza de sus piernas puesto que no acostumbraba a estar tan en forma como Jake, cada vez corría más lenta.

- ¡Vamos, Iris, queda poco! ¡Vamos, vamos!


Alcanzaron finalmente la tienda, los caminantes permanecían a unos largos metros de ellos pero entrar allí con aquellos seres detrás iba a ser un suicidio puesto que en cuestión de segundos acabarían rompiendo la protección antirrobos y la puerta. Así pues, Jake abrió el recinto, empujó a Iris hacia dentro tirándola con fuerza contra el suelo, le dejó el bate a su lado y la pistola, y cerró la puerta junto a la protección de verjas.

- ¡Jake! ¡¿Qué haces?! –gritó Iris tras percatarse de lo que trataba de hacer su hermano.

- Sobrevive, hermana.

Sus ojos azules se quedaron clavados durante unos segundos a los de Iris que por otro lado sentía que acababan de apuñalarle el pecho. Ésta, se colocó al otro lado de la puerta, acariciando el cristal como si pudiese sentir a Jake, y él respondió moviendo los labios para enviarle un mensaje; “Juntos. Siempre. Te lo prometo.”

El joven se apartó de allí moviendo los brazos para atraer a la multitud de humanos sin vida y corrió alejándose de la tienda donde había dejado a probablemente, la persona que más quería en su vida. Daxter, por otro lado, ladraba, una manera de expresar el dolor que también sentía él por dentro, e Iris simplemente gritó. Muy, muy fuerte.

- ¡¡¡JAKE!!!


“¿Os habéis preguntado alguna vez lo que sería la vida si os arrebatasen todo cuanto os importa? Ahora creo saber la respuesta. Vivir sin lo importante es como vivir sin sentir. Te dejan vacía de todo, sientes que no vale la pena continuar, no puedes aferrarte a nada… Sólo te queda sobrevivir. Sobrevivir sin más.”

5 comentarios:

  1. Genial. Es normal que la pobre Iris se haya quedado un poco traumatizada, y más por lo que se insinúa que ocurrió con sus padres. Jake es todo un buen hermano. ¿Qué pasará con él? Desde luego no lo tiene fácil ahora mismo :P

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  2. Fran!!

    Me he leído este primer capi, y la verdad es que la historia es buena, al igual que la calidad literaria. Además juega bien con las descripciones (ni largas y tediosas, ni escasas: son las justas). Y sabe bien dónde tiene que cortar para dejar en tensión un al lector.

    Mañana me leo el otro y te comento ;) que hoy estoy cansada ya, que llevo todo el día con mi novela y buscando info de los vikingos que necesitaba para ella, y estoy cansadita...

    Enhorabuena a Laura por su capítulo. Es muy bueno, sinceramente ;)


    Besitos a los dos!!

    Lala.

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    1. Pues muchas gracias Lala, es un placer que leas nuestra historia, y por supuesto que des tu opinión de cada capítulo sea buena o mala esa opinión. La verdad es que (como dice el rey) me llena de orgullo y satisfacción que tenga una crítica tan buena del capítulo escrito por mi, y espero que el de Fran no sea para menos.

      Una vez más, gracias, y un fuerte abrazo.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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