Capítulo 1.
Iris
“¿Os
habéis preguntado alguna vez lo que sería la vida si os arrebatasen todo cuanto
os importa? Porque yo nunca me lo había planteado, nunca lo había ni siquiera
analizado por un momento, nunca había experimentado nada parecido… Hasta ahora.”
La sangre pintaba el suelo cual campo de amapolas
floreciendo. Salpicaduras, manchas, charcos e incluso caminos de esa sustancia
rojiza sobresaltaban a cualquier ojo humano que permaneciese en aquella
habitación, ojos que a su vez quedarían impactados ante la escena que ese día
marcaría la vida de una chica y su inofensiva mascota, un perro labrador color
canela de apenas 11 meses llamado Daxter.
El animalito lloraba al lado de su ama que se
mantenía arrodillada ante los cuerpos fallecidos de sus padres. El cadáver del
Sr. Redfield tenía un aspecto sobrecogedor, rostro pálido, ojos inyectados en
sangre, mordeduras por cada dos centímetros de su cuerpo; era algo así como un
saco de carne putrefacto. Por otro lado, la madre de la criatura de 20 años, no
se mantenía tan estropeada como su marido, pero esa opinión se modificaba automáticamente
al bajar la mirada al estómago de la misma. Allí, se podía observar con total
claridad como la barriga de la víctima había sido fuertemente desgarrada,
abriendo dicha zona de par en par dejando a vista de todos cada uno de los
órganos que forman el cuerpo humano.
Iris, que no se había separado ni un momento de
aquel escenario, llevaba cerca de media hora en la misma posición sin derramar
ni una lágrima, sin pronunciar ninguna palabra, y sin apartar la mirada ni tan
siquiera un segundo. Cada uno de sus músculos palpitaba como si llevasen un
corazón propio, y su rostro, manos y ropa permanecían igual que el resto del
salón, completamente manchados de un rojo intenso.
La puerta del piso que se encontraba a mano derecha
de la traumatizada joven se abrió bruscamente. La chica giró entonces la
cabeza, poco a poco, asustada, atemorizada, con deseos de que fuera lo que
fuera aquello que entraba a la sala, se tratase de algo normal, una persona en
carne y hueso que no estuviese dañada por ningún tipo de mordisco o arañazo, puesto que de ninguna manera deseaba volver a
repetir lo que acababa de hacer con su familia.
- ¡Joder! –gritó el individuo que acababa de
aparecer cerrando tras de sí la puerta y colocándose apoyado tras ésta.
Iris abrió los ojos de par en par alegrándose de
alguna manera de ver que su hermano se encontraba bien, aunque a pesar de
sentir “felicidad” ante aquel desastre, se veía incapaz de mostrarla de cara al
público. La morena de pelo largo y vestimentas más que sucias se levantó
costosamente del suelo, permanecer en la misma postura durante tanto tiempo le
había encogido los músculos, pero era fuerte, y aquello no le iba a impedir
erguirse.
Mantuvo la compostura y la mirada fija ante Jake
que la observaba con los ojos humedecidos y aterrados mientras que al mismo
tiempo respiraba ajetreadamente y trataba de mantener la calma de algún modo.
- Iris, escúchame, esto no es culpa tuya, ¿me oyes?
Todos están volviéndose locos atacándose entre sí –respiró hondo y volvió a
tomar aire para continuar hablando- Préstame atención, cámbiate de ropa lo más
rápido que puedas, coge una mochila, lo que sea, llénala de agua y comida y
salgamos de aquí. Yo voy a vigilar la puerta. ¡Date prisa!
La chica asintió sin soltar ni un segundo el
cuchillo de su mano derecha. Corrió a toda prisa al aseo donde abrió el grifo
del agua y comenzó a limpiarse, desnudándose y tomando a su vez de la
habitación de al lado unos vaqueros flexibles y cómodos de color negro como el
carbón y una camiseta de tirantes ajustada azul turquesa. Su calzado fueron
unas botas de caza del mismo tono que sus pantalones, regalo que su madre le
hizo meses atrás junto a unos guantes sin dedos.
Tras unos leves minutos y cuando ya estuvo
medianamente preparada, entró de nuevo a su cuarto y se colocó frente a un
espejo que tenía delante de su cama, donde se encontraba un mueble de madera
repleto de cajitas con pendientes, colgantes y anillos valiosos de la joven.
Abrió una de ellas, decidida y como si supiese cual de todos aquellos objetos
iba a coger, y tomó un colgante con cuerda de cuero negro acompañado de un
pedazo de plata con forma de ojo que a su vez tenía tallado a máquina la forma
del iris y pupila.
Inhaló aire acercándose a la mesilla de noche que
se situaba justo al lado de su colchón, y la abrió buscando entre algunos
trastillos una foto de su familia que guardaba siempre allí. Al pasar unos
segundos, la cogió observándola con cariño y la guardó en el bolsillo de su
pantalón.
Más tarde, se colgó aquel colgante tan simbólico
para ella y rebuscó en su armario una mochila de cuero marrón que solía portar
siempre consigo. Se dirigió a la salida, echando un último vistazo a aquel
rincón de sus secretos con paredes semejantes al color del cielo, y suspiró por
último, cerrando la puerta tras de sí y corriendo a toda velocidad a la cocina,
siempre acompañada por Dax, como ella llamaba a su perro.
Guardó dos botellas de agua de litro y medio y
varios pedazos de pan envueltos en servilletas. Seguidamente fue derecha a la
nevera donde tomó algún que otro pedazo de queso que envolvió esta vez en papel
de aluminio para que no se echasen a perder, y finalmente, abrió un cajón donde
sin lugar a dudas, sacaría más de un cuchillo de grandes dimensiones con el que
poder defenderse de aquellos psicópatas de sospechosa aparición.
Se preparó lo mejor y más rápidamente que pudo y se
colocó junto a su hermano, ofreciéndole un cuchillo de carnicero que le
resultaría bastante útil. Él, negó con la cabeza y le mostró el arma que
guardaba tras su pantalón, una pistola de 9mm de la comisaría de policía de
Atlanta.
Jake, era un chico de elevada estatura, tampoco
podía dárselas de jugador de baloncesto, pero le sacaba una cabeza a su
hermana. Su rostro era fino, al igual que el de Iris. Tenía unos labios
perfectamente simétricos, no eran ni demasiado carnosos ni demasiado finos,
siempre acompañados de una barba de tres días que lo hacía más atractivo. Sus
ojos eran azules claros semejantes a los de su padre, en los que se creaban
pequeñas bolsas al reír. A su favor, también portaba con una dentadura
perfecta, casi impecable. Lo único que podía estropearle un poco el físico era
su pelo corto y fino, aunque abundante, que nunca peinaba. Además, era de
cabello castaño, de vista al Sol incluso parecía tener pequeños mechones
rubios.
Por otro lado, Iris, era una chica de esbelta
figura, pecho abundante y curvas de mujer a sus 20 años, 5 menos que su hermano.
Morena y de largo pelo, poseía unos ojos que la hacían única, oscuros en la
oscuridad, verdes a la luz del día. Al igual que Jake, sus dientes eran de
envidiar, y se mantenía siempre con una sonrisa en la cara, aunque en esta
situación no le resultaría nada fácil.
El chico, a su vez, trabajaba para la comisaría de
policía y eso explicaba al acto por qué poseía un arma de fuego a mano. Aún
así, en un momento de este calibre lo mejor era que aquella pistola fuese el
último recurso a utilizar, puesto que cuanto menos ruido hiciesen, menos
enemigos atraerían. Jake tomó aire y sonrió nervioso.
- Si te estás preguntando si tengo un plan, sí, lo
tengo, pero primero tendremos que salir de aquí vivos –expulsó todo el aire que
tenía en sus pulmones y se apartó de la puerta, intercambiando posición con
Iris- No te separes de la puerta, voy a traer algo.
La chica volvió a asentir como anteriormente hizo y
tragó saliva mientras esperaba en la puerta a su hermano. Daxter, por otro
lado, observaba sentado a su dueña. A través de sus ojos se podía ver cómo el
animal estaba muerto de miedo. Iris le miró y se agachó acariciándolo,
terminando por besarle la cabeza. A los pocos minutos, Jake apareció de nuevo
en el salón con un bate de baseball, posando una de sus manos en el picaporte
de la puerta que habían mantenido vigilada durante todo este tiempo.
- No te separes de mí, mantente pegada a mi espalda
cada segundo, corre si me ves correr, huye si me cogen y sobre todo… Si a Dax
se le ocurre la genial idea de escabullirse, no vayas detrás de él.
Iris giró su mirada a Daxter que seguía impasible,
y volvió a mirar hacia el frente.
- Bien. Allá vamos.
Dicho aquello, el joven Jake abrió la puerta
decidido y miró hacia los lados vigilando cada paso que daba. Al ver que no
había nadie, hizo un gesto con su mano derecha para que le siguiesen. Continuó
caminando a lo largo de todo el pasillo hasta llegar a las escaleras y empezó a
bajar poco a poco siempre con el bate preparado. Cuando llegaron al 2º piso
analizó el escenario lado por lado para ver que no había peligro de ser
atacados, pero esta vez, con menos suerte, habían un par de caminantes, uno a
cada extremo del pasillo.
Jake maldijo por lo bajo echándose hacia atrás y
subiendo varios escalones para arriba e Iris se mantuvo constantemente a su lado
con el cuchillo en mano. Una sucesión de sonidos comenzó a oírse por toda la
escalera que resonaban en los oídos de los humanos arañando sus tímpanos y
creando una sensación de angustia que parecía encogérseles el corazón.
Uno de los muertos vivientes se colocó frente a
Iris con los brazos extendidos para cogerla, pero Daxter reaccionó rápidamente
y saltó sobre él tumbándolo contra el suelo. Una vez lo tuvo en esa posición,
el perro volvió junto a su ama que le hizo un gesto, y Jake le remató con un fuerte
golpe en la cabeza.
A su vez, el otro caminante se dirigía al lado del
mismo e Iris se acercó rápidamente dándole una patada en el estómago para
mantener distancias y clavándole el cuchillo en la cabeza una vez éste
retrocedió, como si de partir un coco se tratase. Seguidamente, se tapó la boca
angustiosa por la escena y dio alguna que otra arcada a punto de vomitar.
Jake se posó tras ella rodeándola con uno de sus
brazos y le besó la mejilla tratando de tranquilizarla. Segundos más tarde le
susurró.
- Vamos, tenemos que seguir así. No te separes de
mí.
Los jóvenes prosiguieron su camino, y bajaron hasta
el piso número 1. A diferencia del 3º y 2º había de esos monstruos por todas
partes, y ahí no tendrían opción de sobrevivir atacando.
- Reunión de vecinos, estupendo. –bromeó el chico
tratando de algún modo calmarse.
Visto aquello, Jake tomó la mano de su hermana y
corrió a toda velocidad bajando una vez más por las escaleras hasta el último
piso. Los caminantes se percataron de todo y persiguieron a los tres
supervivientes a toda prisa, sedientos de carne y sangre.
En la planta baja, había otros tres cercanos a la
puerta de salida y Jake no tuvo otra opción. Soltó la mano de Iris y sacó su
pistola disparando a las tres cabezas que se posaron en frente lo más rápido
que pudo. Tras aquello corrió hacia la puerta abriéndola rápidamente y dejando
pasar a sus compañeros. Cuando estuvieron fuera cerró la salida y suspiró.
Pasaron unos cinco minutos corriendo no a demasiada
velocidad para no agotarse demasiado y se pararon junto a una pared de un
edificio viendo que no habían moros en la costa.
- ¿Recuerdas aquella tienda familiar donde iba
muchas veces mamá a comprar? Tenemos que dirigirnos allí, es un sitio pequeño,
tendremos comida y estaremos encerrados sin que nadie nos vea. Desde allí
podremos pensar un plan mejor para salir de Atlanta. –tomó aire y volvió a
coger el ritmo para proseguir, aunque sin esperarlo Iris tomó su mano y tiró
del cuerpo de su hermano hacia ella.
- ¿Y si hay más de esos zombies…? –preguntó
preocupada con cierto temblor en la voz.
- ¡Vaya! Has hablado, por un momento pensaba que te
habías quedado muda. –rió con cierta tristeza en la voz y apretó la mano de
ella con fuerza- Pues… Si hay de esos monstruos… Tendremos que deshacernos de
ellos como podamos y adentrarnos en la tienda, no tengo un plan mejor.
- Jake… yo… -de alguna manera Iris quiso decirle lo
ocurrido en casa cuando los padres de ambos muchachos se transformaron en esos
seres, pero no le salían las palabras.
- No fue tu culpa, Iris, ¿me oyes? Es lo que tenías
que hacer –acercó su frente a la de la morena y la miró a los ojos- Si quieres
que yo viva, tú tienes que mantenerte con vida también, ¿de acuerdo?
Iris lo abrazó con todas sus fuerzas, tanto que
incluso parecía sentir cada centímetro de su cuerpo en el suyo propio. Se
separó de él a los pocos segundos y le sonrió con amplitud aunque con cierta
tristeza.
- Así me gusta. Sigamos.
Pasaron por varias aceras, unas menos pobladas que
otras. Corrieron de un lado hacia otro esquivando todo cuanto se les ponía por
delante, mientras que al mismo tiempo veían cómo algunos devoraban habitantes
de Atlanta que huían despavoridos también de aquellos seres.
El corazón les bombeaba a una velocidad
vertiginosa, parecía escapárseles del pecho. El aire les acariciaba la cara
acompañados por gotas de sudor que comenzaban a escaparse de los poros de sus
cuerpos a la vez que el oxígeno les comenzaba a escasear. Pasaron calles y más
calles, de algunas incluso se llevaron más compañeros, estos menos vivos que
ellos, por supuesto, e Iris, que perdía la fuerza de sus piernas puesto que no
acostumbraba a estar tan en forma como Jake, cada vez corría más lenta.
- ¡Vamos, Iris, queda poco! ¡Vamos, vamos!
Alcanzaron finalmente la tienda, los caminantes
permanecían a unos largos metros de ellos pero entrar allí con aquellos seres
detrás iba a ser un suicidio puesto que en cuestión de segundos acabarían
rompiendo la protección antirrobos y la puerta. Así pues, Jake abrió el
recinto, empujó a Iris hacia dentro tirándola con fuerza contra el suelo, le
dejó el bate a su lado y la pistola, y cerró la puerta junto a la protección de
verjas.
- ¡Jake! ¡¿Qué haces?! –gritó Iris tras percatarse
de lo que trataba de hacer su hermano.
- Sobrevive, hermana.
Sus ojos azules se quedaron clavados durante unos
segundos a los de Iris que por otro lado sentía que acababan de apuñalarle el
pecho. Ésta, se colocó al otro lado de la puerta, acariciando el cristal como
si pudiese sentir a Jake, y él respondió moviendo los labios para enviarle un
mensaje; “Juntos. Siempre. Te lo prometo.”
El joven se apartó de allí moviendo los brazos para
atraer a la multitud de humanos sin vida y corrió alejándose de la tienda donde
había dejado a probablemente, la persona que más quería en su vida. Daxter, por
otro lado, ladraba, una manera de expresar el dolor que también sentía él por
dentro, e Iris simplemente gritó. Muy, muy fuerte.
- ¡¡¡JAKE!!!
“¿Os
habéis preguntado alguna vez lo que sería la vida si os arrebatasen todo cuanto
os importa? Ahora creo saber la respuesta. Vivir sin lo importante es como
vivir sin sentir. Te dejan vacía de todo, sientes que no vale la pena
continuar, no puedes aferrarte a nada… Sólo te queda sobrevivir. Sobrevivir sin
más.”
Genial. Es normal que la pobre Iris se haya quedado un poco traumatizada, y más por lo que se insinúa que ocurrió con sus padres. Jake es todo un buen hermano. ¿Qué pasará con él? Desde luego no lo tiene fácil ahora mismo :P
ResponderEliminarFran!!
ResponderEliminarMe he leído este primer capi, y la verdad es que la historia es buena, al igual que la calidad literaria. Además juega bien con las descripciones (ni largas y tediosas, ni escasas: son las justas). Y sabe bien dónde tiene que cortar para dejar en tensión un al lector.
Mañana me leo el otro y te comento ;) que hoy estoy cansada ya, que llevo todo el día con mi novela y buscando info de los vikingos que necesitaba para ella, y estoy cansadita...
Enhorabuena a Laura por su capítulo. Es muy bueno, sinceramente ;)
Besitos a los dos!!
Lala.
Pues muchas gracias Lala, es un placer que leas nuestra historia, y por supuesto que des tu opinión de cada capítulo sea buena o mala esa opinión. La verdad es que (como dice el rey) me llena de orgullo y satisfacción que tenga una crítica tan buena del capítulo escrito por mi, y espero que el de Fran no sea para menos.
EliminarUna vez más, gracias, y un fuerte abrazo.
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ResponderEliminarPerdon Laura*
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