Capítulo 3.
Jake
"Si creyese en la existencia de Dios, diría que
él piensa lo siguiente: <<Originé el Universo, las galaxias, los
planetas, las estrellas, los satélites, y concretamente creé un mundo que como
especial y única característica era y es estar habitado por seres vivos.
>> Lo cierto es que de alguna manera, nos hemos apoderado de la Tierra
que no sólo nos pertenece a nosotros. Explotamos, saqueamos y destruimos tanto
cada recurso y rincón de este lugar que simplemente esos hechos nos quitan
todos los derechos de ser la raza superior. En mi opinión, desde nuestra
existencia nos hemos estado comiendo el mundo metafóricamente hablando, pero ahora,
es el mundo el que nos devora a nosotros, y esta vez, más literalmente que
nunca."
El sudor surcaba cada
parte del cuerpo del chico. Su respiración era ajetreada, creaba un sonido que
era similar al de un ventilador en la inmensidad del silencio. Sus músculos se
acentuaban con cada paso que daba. Su corazón bombeaba como si rebobinase una y
otra vez una cinta de vídeo casera, creando una aceleración en los minutos que
la creasen. En definitiva, todo él era como una bomba de relojería que en un
momento u otro iba a acabar explotando y que su final iba a ser definitivo; la
muerte.
No recordaba haber
experimentado nada igual o parecido en sus 25 años de vida. Había atrapado a
atracadores, ladrones de bolsos, asesinos, maltratadores, incluso a chicas malhabladas
que se dedicaban a insultar a la policía, a la ley, pero nunca, ni tan siquiera
una vez, había sufrido tanto físicamente como mentalmente. Todo lo que había
hecho hasta ahora era tomárselo con calma, con humor, pero en realidad todo
aquello le preocupaba, le preocupaba lo mismo que le podía preocupar al resto
de supervivientes que por allí quedasen, que por cierto, cada vez eran menos.
Sus pasos eran firmes,
veloces, incluso podría decirse que silenciosos ante los gruñidos de la docena
de caminantes que le perseguían, pero las piernas empezaban a flojearle, las
fuerzas a escasearle, y es que a pesar de ser uno de los mejores policías de
Atlanta, él al fin y al cabo era humano, algo que no podría decirse de aquellas
criaturas que no cesaban el paso.
Llevaba aproximadamente
media hora huyendo de esos seres, pero ni siquiera se había percatado de ello,
no tenía reloj y si lo hubiese tenido tampoco se hubiese parado a observarlo.
Por otro lado, estaba acostumbrado a pruebas de velocidad, resistencia y fuerza,
era del cuerpo de policía, pero eso no quería decir que fuese una fuente de
energía eterna.
Corrió, corrió, corrió,
pero seguían allí. Su destino estaba claro, la comisaría de Atlanta, y eso si
aquel lugar no estaba infectado también por más caminantes, por no hablar de
que primero tenía que deshacerse de los que ya le perseguían, pero ¿cómo? Es lo
que se preguntaba el muchacho.
Prosiguió todo recto
huyendo a toda prisa por la calle principal de Atlanta, era una calle grande,
amplia y formada por varias bifurcaciones, Norte, Sur, Este y Oeste. Lo que no
esperaba Jake para nada era encontrase con lo que se iba a encontrar, un tanque
gigantesco junto a un grupo de policías acribillando a todo muerto viviente que
encontrasen, aunque pocos segundos le costó al joven comprender que no eran
sólo caminantes lo que estaban matando.
Personas inocentes
estaban perdiendo la vida en aquel preciso instante, personas, que por
cualquier motivo que Jake desconocía, estaban siendo asesinadas a sangre fría
por aquellos agentes, lo que a él le convertía en un blanco también. Aún así,
pensó en su hermana, en aquella promesa que le hizo. No debía fallarle.
A pesar de las
dificultades y adversidades que le interrumpían proseguir por su camino hacia
una vida menos breve continuó corriendo y se le ocurrió la maravillosa idea de
sacar la placa de policía que siempre guardaba en uno de sus bolsillos.
- ¡No disparen! ¡Soy
policía! –corrió a toda prisa escudándose entre toda la multitud de personas
armadas que por suerte para él no apretaron el gatillo hasta éste encontrase tras
de ellos. Se paró en seco tomándose un respiro y observó como algunos de
aquellos caminantes se acercaban al tanque atraídos por el sonido del mismo, y
otros muchos trataban de alcanzar a los agentes. Jake suspiró y sin decir nada
más prosiguió su camino. Aquello no iba a acabar nada bien.
Por lo que parecía visto
desde fuera, aquella línea de antidisturbios y policías habían creado un muro
en Atlanta entre los vivos y los muertos. Por un lado, se encontraban los
caminantes cada vez en mayor número atraídos por el sonido de las balas, y al
otro lado, los humanos que poco iban a durar como tal viendo lo que les
acechaba.
Precisamente por ello,
Jake se dirigió a toda prisa a pesar de encontrarse cansado hasta la comisaría
de policía. De camino, no se encontró a absolutamente nadie, todos estaban
reunidos en el mural humano, pero él debía hacer algo, debía rescatar a su
hermanita. Para ello, abrió la puerta principal de dicha comisaría y allí se
topó con Rebeca. Sí, aquella chica con la que nunca llegó a tener nada serio
pero con la que se había acostado varias veces.
Esta muchacha se trataba
de una joven de su edad, estaba de prácticas en el hospital de la ciudad y era
una persona bastante inteligente. Ella siempre había querido llegar a más en su
relación, pero lo que a él respectaba le gustaba más sentirse libre, sin
ataduras, si tenía algún tipo de conexión directa con alguien deseaba que fuese
con la familia pero no con otras personas.
Así pues, Rebeca era una
chica de cabellos rubios y cortos, su rostro era pálido y sus mejillas siempre
se mantenían sonrojadas. A su vez, portaba con unos ojos azules y afilados, su
mirada era irresistible, pero su pelo echaba hacia atrás a los hombres. Su
media melenita era lisa, suave, incluso brillante, pero no atraía a nadie, tal
vez sólo a Jake y a cuatro gatos más.
- ¡Jake, pensaba que
estarías muerto! –exclamó echándose encima del chico y abrazándole vestida con su
bata blanca.
- Rebeca, ¿dónde está el
jefe de policía? ¿Has visto a Kirk? –preguntó sin prestar nada de atención a la
joven. No tenía tiempo de pensar en nada, ni siquiera de alegrarse por verla a
salvo.
- Sí… Está allí –contestó
señalando a una salita cristalizada y con pequeñas cortinas que no le dejaban
visualizar nada.
- Bien, gracias –dicho
aquello Jake se encaminó decidido hasta allí, golpeando con los nudillos varias
veces la puerta y pidiendo permiso para entrar.
Al otro lado, una voz
ronca cedió el paso y el chico Redfield entró. Cuando Kirk vio la aparición del
chaval lo miró con orgullo y se levantó de su asiento.
Kirk era un hombre
robusto, pero a la vez regordete y alto. Tenía los ojos negros como el carbón y
lo que más le caracterizaba de todo era su calva, su gran y reluciente calva.
Era un tipo duro donde los había, sabía poner en su sitio a todos sus agentes y
manejarlos a placer, pero a las espaldas sus propios miembros del equipo le
criticaban y se metían con su aspecto, algo que está y siempre estará en el
contrato de todo jefe existente de cualquier tipo de trabajo.
- Señor… -dijo Jake
mostrándole respeto y asintiendo con la cabeza en modo de saludo.
- ¡Cuánto me alegro de
verle con vida, Redfield! Necesitamos más agentes protegiendo la ciudad, esos
podridos no pararán hasta acabar con todos.
- Señor, no es por
negarme a mi propio deber, pero mi hermana está allí fuera y necesito un grupo
de unos cuatro o cinco compañeros para sacarla con vida.
- Me temo, Redfield, que
eso no podrá ser posible –contestó con seriedad a la propuesta indirecta de
Jake.
- Por favor, señor, es mi
hermana, se lo prometí, no puedo dejarla allí. –insistió con el corazón en la
mano.
- Jake, ya le he dicho
que no podrá ser posible. No podemos arriesgar más vidas, probablemente su
hermana ya esté muerta o convertida en uno de esos monstruos.
- ¡No diga eso! –gritó
golpeando la mesa que hacía unos minutos acompañaba a Kirk- ¡No vuelva a
repetirlo!
- ¡Redfield, ¿quién se ha
creido que es para darme órdenes y para hablarme de esa forma?! –le respondió el
jefe de policía acercándose al chico y señalándolo con el dedo.
- ¡Soy un tipo cabreado
al que está diciendo que la vida de una persona inocente, la vida de mi propia
hermana, le importa una mierda! –los ojos azules del joven se clavaron el los
negros de Kirk, miradas desafiantes que mostraban odio contenido.
- Como siga así, Redfield,
tendré que encerrarle en una celda –amenazó.
- ¿Encerrarme? Diría que
ya estamos encerrados. ¿Este es el cuerpo de policía? ¿En serio? –abrió los
brazos señalando todo el recinto con una sonrisa irónica. Tras aquello volvió a
golpear la mesa mirando a su jefe a los ojos- ¿Esta es la calidad humana que
tiene? ¿Así es como protegemos a nuestros ciudadanos? ¡¿Escondiéndonos en la
puta comisaría?! ¡¿Salvando nuestro propio culo?! Porque eso es lo que está
haciendo usted, Kirk, cobarde de mierda. –dicho aquello, se dio la vuelta y
abrió la puerta de la salita saliendo al exterior de ésta.
Por un lado, Rebeca le
miraba asustada, había escuchado todos los gritos desde fuera, al igual que
otros policías que se mantenían a la espera de las órdenes de Kirk. A su vez,
éste se quedó parado en la puerta de su despacho mientras veía como Jake se
dirigía a la salida de la comisaría. Le hizo un gesto con la cabeza a la rubia
que le miraba a lo lejos, y ésta, con cierto resquemor y tristeza en su mirada
cogió el brazo de Redfield y le dio la vuelta.
- Rebeca, déjame ir.
- Lo siento, Jake…
-respondió ella con los ojos humedecidos.
Sin esperarlo y sin ni
siquiera imaginarlo, de uno de los bolsillos de la bata de la chica salió una
jeringuilla que acabó en el cuello del muchacho que poco a poco fue
percatándose de la pérdida de vista que estaba sufriendo. El cuerpo le
temblaba, no tenía ni fuerzas para moverse ni mantenerse en pie, y lo último
que recordó antes de desmayarse, fue ver a dos hombres cogerle a la fuerza.
Cuando despertó sin saber
qué día, ni qué hora, ni siquiera qué había pasado, se vio atrapado en una
celda, en una celda que a su vez estaba en los sótanos de la comisaría. El chico
no podía creerse lo que estaba viendo. Se levantó de la camilla donde estaba
tumbado, y observó su alrededor. El par de celdas que había también allí
estaban vacías. Al parecer, estaba solo, completamente solo.
Por otro lado, en su
jaula particular podían observarse varias bandejas de comida pero ya habían
sido devoradas, seguramente por él mismo, pero de alguna forma, sabía que lo
habían drogado porque sino recordaría algo de lo ocurrido. Jake se frotó los
ojos con ambas manos y se acercó a las verjas.
- ¡EH! ¿Hay alguien ahí?
¡EH! –gritaba como un loco esperando respuesta.
Sin embargo… Su respuesta
fue el silencio. El chico Redfield propinó una patada a los barrotes de acero y
maldijo una y otra vez. Si se suponía que había estado allí un par de días o
más, ¿qué sería de Iris? Desesperado se agachó, quedándose en cuclillas y
suspiró con fuerza.
- No puedes estar muerta,
¿verdad, hermanita? Tú no… -se dijo para sí.
Durante unos minutos
estuvo todo en silencio, incluso parecía que la respiración del muchacho no
existía, pero de repente se escuchó un sonido, un gruñido, una especie de
susurro del infierno. Jake se levantó tenso, no sabía de quién se trataba pero
estaba casi seguro de que no era nada humano lo que iba a visitarle. La puerta
de la sala de celdas se abrió, poco a poco, de hecho, anteriormente se mantenía
entornada, pero en ese instante se abrió de par en par.
Una bata blanca repleta
de manchas de sangre apareció, haciendo que el joven Redfield abriese sus ojos
sin apartar su mirada, temblando, paralizado a la vez.
- Joder, Rebeca… ¿Qué te
han hecho?
“En los momentos más difíciles es cuando las
personas mostramos quiénes realmente somos. Hasta ahora, había estado orgulloso
de ser lo que era, un agente de policía que hacía lo que tenía que hacer, pero
tras esto me di cuenta de que el egoísmo humano, la traición y la manipulación
están a la orden del día, seas lo que seas o quien seas. De cualquier modo, yo
no soy como ellos. Nunca lo he sido, nunca lo seré. No me pudriré en mi propio
cuerpo humano. Jamás.”
Genial como siempre. Poco a poco la historia va pillando forma y vamos conociendo mejor a los personajes. Bravo, seguid así :D
ResponderEliminarEste personaje ya me cautivo en el primer capitulo y ahora es como si realmente fuera alguien real al que conocer. Desgaciadamente al final del capitulo me quedo la sensacion de que fuera a morir en esa celda...
ResponderEliminarContinuad así!!!